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Mostrando entradas de noviembre, 2020

Almohadas

Tengo dos almohadas en mi cama Solo duermo con una de ellas A veces incluso ninguna me vale para conciliar el sueño, escapar del laberinto de una mente sin raiz Una almohada podría ser para despistar en ella a tus cabellos resistir a la sentenciada distancia que me acompleja y me separa y bloquea un Nosotros de poema y guitarra después de cenar De besos perdidos en el sofá. De copas y pentagramas, de furtivas incursiones al cine y a las cafeterías de jardines buena música, plantas... -bohemia que me atrae contigo a la vorágine de esas urbes que amo y odio: mi sacrificio- Tengo dos almohadas en mi cama Podría dar una. Cederte una parte de mi descanso torpe. Y buscar asi juntos el centro de la cama y el porvenir, del sexo y las estaciones. Nombrar a la vez un lugar común, un lecho, un fuego, un hogar

Ser antes

  Quien no lo sepa ya Lo aprenderá de prisa La vida no para No espera, no avisa Tantos planes, tantos planes Vueltos espuma Tú por ejemplo Tan a tiempo Y tan Inoportuna Inoportuna     Inoportuna. Jorge Drexler   Con cristales como escudos nos acercó la vida al mar y desde allí se inauguró un presente con más luz. Juntos fundamos (nosotros, antiguos conocidos) la inconfundible génesis de un recuerdo. En la mochila cerveza, formas oxidadas, un corazón recosido con el alambre del invierno, el extraño deambular en un presente desaborido y marchito. Juntamos las capas centímetro a centímetro, y en escena dispusimos, con atención, todos los elementos de nuestro empezar: tu almohada de arena, el calor de mi alfombra voladora, los baños, exquisitos y breves, el noble mar que aún respira, los finales de agosto, todos los reencuentros inesperados del mundo, nuestra serendipia. Y así, en la reciente luz, por la sonrisa que esgrimías como una espada, por la arena graciosa en tu pelo y en tu piel,