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Mostrando entradas de 2013

Venus

Ayer Venus apareció de forma única prendido de un cielo metálico, en algún punto del sur. Él subía la cuesta afanosamente, sin querer saber nada de los extremos que estrangulan el presente. Se despidió del planeta, elegante como un faro que alumbra las montañas. Juró solemnemente jamás olvidar ese pensamiento agazapado tras sus párpados.

Juego

Sangrar en bruto sobre un papel dominando el instante, el puzzle, la tipografía. Juegas a componer el tiempo, a izar tu memoria  como una esfinge para hacerte simbólicamente con el territorio ignoto al que has llegado arrastrándote. Sucumbe a descubrir, a crecer con la poesía: el fruto más sublime de tus masturbaciones.

Canto solitario

Don´t stop believing___Clem Snide (versión de Journey) Viajo solo, entretiempos. Un tren cruza montañas nevadas de memoria, valles, una frontera que deja todo sin explicar. Ahora, cuando las estaciones son solo una, te veo partir descalza entre las humeantes brumas de septiembre. Huye el recuerdo, los momentos agrandados por el paso del tiempo, la cima que son hoy, una tempestad sentimental de vagones vacíos y ausencias. Sólo hay una estrella, boca arriba, altísima, sobre el cielo de los parques, aún hay cosas que debemos encontrar buscando a tientas en la nada.

Verso teórico

La Verdad    es una inversión de futuro

Más

El peso de tu ausencia violenta estos segundos ganados a pulso frente a un mar con ínfulas de septiembre. He cosido las aguas con la música muy cerca de mis oídos. Te toca a ti ahora balancearte por la memoria hasta mí y demostrar que nos une más que un puente de palabras y recuerdos  Mucho más: un nexo de amor sutil   y verdadero

Madrid-Granada

Olivos blancos, fantasmales campos. Agua y nieve se escapan en salpicaduras, diría lascivas, por debajo de las ruedas y yo tengo miedo de ser un snowboarder adormilado sobre el autobús. Me acuerdo de la guerra y el progreso mientras por la ventanilla se produce una sucesión violenta, una coreografía de once coches y diez colisiones (videojuego arcade, pantalla final, una vida) Y qué bonita la nieve y qué bonito el cambio climático (rápido Pekin! disparemos a las nubes!) Todo el arcén es diez o veinte centímetros de blanco. Otros dos coches parecen jugar al pin-pón separados por la barra quitamiendos y los olivos que ya no veo me hacen recordar a los Jackson Five de Serradilla mientras Cohen me susurra al oído serenatas de invierno y los coches anónimos parpadean en esta carretera del susto, quien sabe si de la muerte... Muchas familias (pepinos adelantando con la última de Pixar en el DVD) pasarán aquí la noche, muchos camioneros permanecen resignados en los rediles de nieve y en la

Revelación diaria

Agachado, con las manos enjabonadas me froto los dedos de los pies, los talones, el empeine cubierto de vello, las falanges. Velozmente, como una mecánica, el ritual celebra una ducha más, una vida a menudo sustentada en su propia introspección. Resulta familiar cómo los dedos distintos se entrelazan siempre del mismo modo y siempre durante el mismo tiempo determinado, gestando así un hábito, una liturgia. Pronto recuerdo que algún día no estaré y que nunca más podré comprobar de esta peculiar forma mi existencia. He vivido lo suficiente para tomar conciencia de mi propia historia con toda su colección de rutinas, sorpresas y capitulaciones. Pero jamás viviré lo bastante como para olvidar los grandes acontecimientos y los momentos cotidianos, los instantes recreados en la memoria, las ruinas, la gloria, la concepción sagrada de lo que soy.

De ambos lo nuestro

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De mí, tus ojos verde Torbas ajustados al cielo de un poema. De ti, mis cabos sueltos, tu mirada clínica sobre las maldades de mi cuerpo. De ti, el suelo que fecundas y tus llamadas en el mar arrebolado, la risa que asola una escueta tristeza al otro lado de las líneas. De mí y de ti, los silencios ad hoc : la cordillera que nos separa repartida entre el trémulo y los chubascos. De ti y de mí, de nuevo, las cucharas en la cama, la carta blanca para vivir con la tranquilidad que da ser amado. De nosotros el aura, de ambos lo nuestro.  

¿Sociedad? (Octavio Paz)

Nada ha existido, en el pasado de los hombres, que sea comparable a esta realidad abigarrada y, por decirlo así, repleta de sí misma. Repleta y vacía: ¿qué hay detrás de esa enorme variedad de productos y bienes que se ofrece a nuestra vista con una suerte de generosa impudicia? Riqueza fascinante, es decir, engañosa. Al  decirlo, no pienso en las injusticias y desigualdades de la sociedad norteamericana: aunque son muchas, son menos y menos graves que las nuestras y que las de la mayoría de las naciones. Digo riqueza engañosa no porque sea irreal sino porque me pregunto si una sociedad puede vivir encerrada en el círculo de producción y el consumo, el trabajo y el placer. Se dirá que esa situación no es única sino común a todos los países industriales. Es verdad, pero en los Estados Unidos, por ser la nación que ha ido más lejos en ese camino y ser así la más perfecta expresión de la modernidad, la situación ha llegado a su límite extremo. Además, en esa situación hay una nota única

Andamios (Seamus Heaney)

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Los albañiles, al comenzar un edificio, Tienen mucho cuidado de probar los andamios; Se aseguran de que en los puntos clave no se deslizarán las tablas, Aseguran todas las escaleras, aprietan las juntas de tornillo. Y, sin embargo, todo se viene abajo cuando la obra está acabada, Dejando al descubierto muros seguros de piedra resistente. Así que, querida, si a veces viejos puentes Parecen romperse entre tú y yo No temas. Podemos dejar que los andamios caigan, Seguros de que hemos construido nuestro muro. Seamus Heaney. Andamios. Muerte de un naturalista (1966) - Masons, when they start upon a building, Are careful to test out the scaffolding;   Make sure that planks won’t slip at busy points, Secure all ladders, tighten bolted joints. And yet all this comes down when the job’s done Showing off walls of sure and solid stone. So if, my dear, there sometimes seem to be Old bridges breaking between you and me Never fear. We may let

Hablo de lo que somos

Llueve, madre. Aún es pronto. Es una opción seguir errando pero también lo es cambiar y caminar juntos, hacer alguna de esas cosas que nunca solíamos hacer: ver los relámpagos caer como alambres sobre el altar de hierro en la playa, ir de la mano bajo las lunas de Lisboa en abril, enseñar juegos a los niños, aprender de nuevo un idioma, repasar los ríos y las canciones, los nombres de las casas, abrazarnos, contar secretos, viajar. El día de hoy está pidiendo regresar, con esfuerzo, al corazón del Cioyo o volver a rasgar con un cuchillo las barbas de mejillones atados a las rocas, como haces para siempre en esa vieja fotografía. Mirar a la cámara, juntos esta vez, contenidos, inquietos, mirar al futuro, quedarnos    así.

Primavera, río

Ya conviven los colores en la curva del río. Hace frío, la mañana es implacable con los débiles. El cauce arrastra un bloque denso de niebla, una traída de montañas. A la vuelta del muro, el mar parece un corzo herido, un quejido, algo quieto que estalla.

Recogida de moras (Seamus Heaney)

A finales de agosto, después de mucha lluvia y mucho sol, durante toda una semana, las moras maduraban. Al principio sólo una, un cuajarón brillante y púrpura entre las demás, rojas, verdes, duras como un nudo. Te comías aquélla y su carne era dulce como vino espesado: sangre de verano había en ella dejando manchas en la lengua y ansia para seguir comiendo. Después las rojas se oscurecían y aquel deseo nos enviaba con frascos de leche, botes de guisantes y tarros de    mermelada adonde las zarzas arañaban y la hierba húmeda decoloraba nuestras botas. Alrededor de los campos de heno, de mieses y bancales de patatas caminábamos y recogíamos hasta llenar los recipientes, hasta que, cubierto el fondo con las verdes, los botones oscuros ardían en lo alto como una fuente de ojos. Nos escocían las manos por las picaduras de las zarzas, teníamos las palmas pegajosas como    las de Barba Azul. Almacenábamos las bayas frescas en la vaquería. Pero cuand

Casa en Hookena

[...] Por lo que toca a los adornos y bibelots , eran en extremo delicados: relojes de carillón y cajas de música, hombrecitos meneando la cabeza, libros llenos de dibujos, escudos de valía de todas las partes del mundo y los más divertidos rompecabezas para distraer el ocio de un hombre solitario. Y como a nadie le hubiera gustado tener una casa tan espaciosa para pasear solamente por ella y contemplarla, había unos balcones tan amplios que podían dar cabida a gusto a una ciudad entera. Por eso Keawe no sabía qué habitación preferir, si el pórtico de atrás, por donde penetraba la brisa de la montaña y que daba sobre los huertos y las flores, o el balcón del frente, desde donde se podía respirar aire del mar, contemplar la ladera de la montaña y vislumbrar el barco Hall en su viaje semanal entre Hookena y las colinas de Pele, o las goletas que navegaban por la costa en busca de madera, ava-ava y bananas. [...] El diablillo de la botella. Cuentos de los mares del sur. Robert

14 de marzo

[...] Non, non é que no te escoite, Escoito. Só quero escoitarte, pero no me preguntes o que dis. Non podo facer dúas cosas al mesmo tempo: entender e pensar en ti. [...] Mil . Manuel Rivas Te han bastado diez minutos al teléfono para ponerme contra la pared, retratado por mis propios errores de estrategia y por los hitos que marcas en cada frase tuya, en cada asociación de esgrima, en los silencios. Me desviste tu voz arropada al otro lado, tu saber escuchar, el verme tan lejos y que tú me encuentres casi al momento como si la conversación fuese un íntimo confeti de susurros cayendo sobre la luz de la lámpara. Tu risa de te verde, la forma en que pienso y te escucho a la vez, los porqués y sus respuestas liberadas, la incógnita que despejas de regate cuando en mi cabeza todo es un barullo de quereres, de poderes, de escapismo, de espejos. Amarte y sus bifurcaciones. Ésa fue mi llamada, de auxilio, y no hay distancia ni pri

De fronteras (¿Cómo se puede vivir sin la nieve?)

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Después de la cena vimos cómo se alzaba la luna raspando el monte de Sosas y aparecían en la nieve sombras muy vivas, oscuras y alargadas Las noches árticas. Del blog Fil&don (Noroeste leonés)

Retrato

Quando a tarde passa Abre-se outra porta Se um morcego voa a estrela desponta Ser de hoje ou de sempre nada disso importa todo o tempo corre só por nossa conta sair por praias brancas de velas queimadas se perdi meus espacos ao longo da carreira tive pais e filhos tive namoradas e encontrei-me logo aqui mesmo á beira jogo minhas cartas na mesa da vida recolho moedas apenas também alma incandescente de frio transida quem me dá certeza que o livro nao tenho o vinho bebido ao sangue juntando e os frutos da terra descobri em mim que ninguem me diga que morreu sem lei que ninguem me diga que morreu assim Retrato . Carlos do Carmo e Bernardo Sassetti

De cara a la esperanza

Salvo para un párrafo a negar no he pensado ni un instante en el palacio negro saturado de intrigas y de máscaras. No he visto pasar por mi mente reloj alguno ni huellas recientes, ni mañanas grises de cemento         frío. Estoy de cara a la esperanza, junto al fuego que destruye y crea, estoy en la fuente que me trae -granizo viento agua- desde nubes bajas como tobillos de volcán, oscuras como el estómago vacío de una ballena. En los mares del sur, en Isla Negra, en la vega del Porcía, cercana pero extraña, distinta, antigua, atávica. Estoy entre el fuego y la literatura, en el pasado elegido, en un momento del río, en Ainielle, en Comala, en Roma.

Vale

¿Vale o no la pena, entonces, escribir esto, leerlo, transmitirlo, entrar en una acción donde la libre palabra muestra inequívocamente su eficacia? ¿Vale o no la pena repetir por todos los medios: Delenda Pinochet , y mostrar una vez más, mil veces más, por qué? Julio Cortázar Fragmento de ¿Vale la pena escribir esto? pp.271-274. Papeles inesperados

Foxos

Aunque n ací en Foxos e n el exilio olvidé sus vericuetos. Hoy, el oleaje quiere desmontar las ensenadas. El mar intenta penetrar furiosamente en la roca pero solo consigue volver atrás,  humillado en batido de burbujas y salitre. La mañana es benévola: perdona el frío , los miedos... Los acantilados aguantan impasibles las tarascadas del ti empo en sus costillas .  Y a mí, que escribo en cladestinidad, también me moldea su insistencia, también me transforma. Y es que he vuelto a casa, a describir   como un topógrafo mis s ent imientos, a recorrer de n uevo los caminos , a comparar las lluvias del invierno.  

Soy (poema inédito en barrica de roble)

La cáscara de este mundo son mis gateos y después mis correrías y después mis baños endulzados por las aguas de un río. En mis mismos hombros he de sujetar una cabeza alzada, un cuerpo entero, la genealogía oculta en las arrugas de mis manos. Quien soy se encierra en un pasado sin puertas. Las huellas de mi camino están ahí, siguen estando en las marcas silentes de un tiempo salvaje, en el instante breve de la memoria de mis pasos despegándose de las arenas.

Hipotermia

Empapado en palabras yo sólo quiero sobrevivir al naufragio de los hechos. Por eso Poesía