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Bosque

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Reíamos camino del bosque, nuestros cuerpos flotando sobre la hojarasca... Reíamos. El humus reía bajo los pies. Un hueco en la tierra nos desequilibró y caímos. Rodamos y rodamos por la ladera -más tarde supimos que la pendiente irreverente inherente descendiente... Sólo más tarde comprendimos- Acabamos tendidos sobre el pedregal, quietos como quien espera poco más que el final y lo ve distante, anclado a las horas del tedio. De la mano del tiempo nos levantamos con la desazón marcada en las rodillas y algunas hojas marchitas pegadas al rostro. Poco a poco retomamos el camino, y el latido del bosque se acompasó con respeto a los pasos nuevos. Alguien encontró una fantasía sobre un estómago de hojas al pie de un castaño de blancas ramas. Sorbo a sorbo bailamos hasta desfallecer, de alegría deshidratados en el alba. Bailar, bailar, vivir. El claro de bosque. La compañía de una promesa cuando amanece.

Enero

Caminamos juntos. Recorremos el pueblo siempre por los mismos caminos, la ruta costera, las pistas, las carreteras que circunvalan los montes y las fincas. Ella lleva las mejillas enrojecidas por el fresco de enero y un cansancio leve que le sienta bien. Ha caminado mucho en todos estos años. Según los cálculos que hemos hecho ella y su amiga han caminado más de diecisietemil kilómetros en estos treinta años. Por eso sabe andar por el pueblo. Al pasar saluda a los vecinos, que se mueven tristes o distraídos en los alrededores de sus casas. Ella los saluda por el nombre y en cada saludo hay una historia que agoniza. Hola, Patricio Hasta luego, Socorro Adiós, Germán.

Palimpsesto

En un momento dado los años escaparon de la jaula y se desperdigaron rápidamente por el jardín, como un grupo que huye y se divide. Los busqué un tiempo. Me adentraba en el pasado con una linterna de recuerdos, la ilusión sencilla del recolector guiaba mi camino. Cuando quise darme cuenta en el saco sólo tenía serendipia y secretos, recuerdos sobre recuerdos, erosión y cólera. Y entonces paré las máquinas. Fue el momento preciso en que el cielo embellecía los días - inútilmente soleados -, y la playa volvía a reclamar mi mirada, como en un cortejo. En el ocaso de una adolescencia estirada hasta el pudor, en lo que debería haber sido un clímax, ahí paré las máquinas. A día de hoy aun no sé si fue entonces cuando empezaron los problemas 

Pronto caerá la noche

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Con los pies llenos de barro llego a un pedestal, el monolito del presente donde el tiempo sangra y se desvanece a la vez. Desde aquí arriba se ven los baches del camino,  la cuneta que cuida de sus muertos, los remolinos de viento que quise hacer míos (todos los intentos y caídas, las máscaras del Fenix, Holden caminando por los campos, sombras desde la caverna ) Veo la presencia animal del mar, y la montaña a lo lejos como un padre nuestro enterrado en la recámara del pasado. Giro ciento ochenta grados y cargo la brisa a la espalda. El suelo se enfría. Pronto caerá la noche.

Estar en el momento

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- Yo tuve un gracioso...Bueno, horrible sueño el otro día. Tenía una pesadilla horrible de que tenía 32 años. Y entonces me desperté y tenía 23. Estaba aliviada. Y luego me desperté en realidad y tenía 32. - Mierda. Eso pasa. - Aterrador. El tiempo pasa más y más rápido. Aparentemente, porque no renovamos las sinapsis después de los 20. De ahí vamos en bajada. - A mí me gusta envejecer, ¿sabes? La vida parece... No sé, parece más inmediata. Puedo apreciar más las cosas. -No, a mí también, en realidad. De veras me encanta. -Yo era...baterista en una banda. - ¿Sí? - Sí. En realidad éramos bastante buenos. Pero el vocalista estaba obsesionado con conseguir un contrato de grabación. En lo único que hablábamos y pensábamos era en mayores shows. Todo estaba enfocado en el futuro todo el tiempo. Y ahora...la banda ya ni existe. Y al recordar los shows en que tocamos...incluso los ensayos, era tan divertido. Ahora yo podría disfrutar cada minuto de eso. - Bueno...

Hálito de Sundfør

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Como el cometa de aquel verano del noventa y cuatro llegas a esta vida de segunda generación, a este extraño invierno canicular. En alguna parte ya hemos oído el sueño ligerísimo de tu voz, esa promesa que camina hacia atrás... Tus manos pintan salmos sobre un lienzo cenizo donde ya no queda nada, en un mundo que se sostiene a duras penas, como una bolsa de plástico a merced del viento. Mientras saltan las estrellas en tu pentagrama ahí fuera otras cuatro notas dan sentido a la inmensa noche enmascarada. Cuatro referencias (Polar, Sirius, Aldebarán, Vega) Cuatro puntos cardinales entre nuestro archipiélago y el misterio

Cállate

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En la tremenda cháchara el silencio consiguiente bastará para callarnos. Sabremos a quien respetar cuando la mirada común caiga sobre ella como una tormenta. Y, por fin libres, sin querer sobrevolaremos la palabra. Viajaremos callados hacia la mirada del otro.