A quién denunciar, donde presentar una queja, qué justicia digerirá esta verdad inexplicable: estuvieron entre nosotros pero ya no estarán más. Habitaron este mundo. Yo no sé si los hemos aprovechado bien, si hemos puesto suficiente amor encima de la mesa. No hay consuelo en la sospecha de que ese miedo es recíproco, que tampoco ellos supieron amortizar los abrazos. Cómo habitar ahora los días restantes con su presencia hueca a la vuelta de las esquinas, sin su imponderable humanidad. En las casas nuevas y desprovistas, en el imaginario que sobreviene, nadie estaba preparado para esta profética orfandad.
"No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Con el matrimonio, con la maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan con este mundo, con este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un vaso de vino blanco y unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios intratables, con padres en coma, con hijos suspendidos. Fuman más que los hombres. Tienen cánceres de pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se ponen cremas, son una tiranía las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y peinados y maquillajes y zapatos que torturan. Pero envejecen. No dejan las mujeres tras de sí nada, hijos, como mucho, hijos que no se acuerdan de sus madres. Nadie se acuerda de las mujeres. La verdad es que no sabemos nada de ellas. Las veo a veces en las calles, en las tiendas, sonriendo. Esperan a sus hijos a la salida del colegio. Trabajan en todas partes. Amas de casa encerradas en cocinas que...
En el estanque la voluntad de no pensarte se deshace en un duplex acuoso, el silencio hidráulico de un sueño Te veo Eres una metonimia en el río, tu cara desdibujándose tras las volutas de agua Se puede leer un murmullo de letras y de aliento en la caligrafía de tus labios inconexos Nos separa un músculo cristalino, una membrana en cuyos extremos contemplamos las formas transitorias que nos definen Puedo sentir tu auxilio al otro lado, la llamada insertada en un manifiesto sanguíneo, tu mirada cruzando este océano de luz y de moléculas Dos veces dices mi nombre Lo leo en el eco vacío y en los gorgoritos sordos que arremolinan el agua Estás cerca y lejos Dices mi nombre varias veces Puedo ver cómo me envías el mensaje que es mi nombre: sonríes, me dices, te pones seria, deletreo tus labios y sonrío Y así pasan dos mil años en este episodio onírico Nos miramos con expectativas eternas a través de la espesura cristalina y orgánica, la luz plástica que nos une y nos separa, el vacío hermét...
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