Claro de bosque
En la profunda fronda
adormecidas fieras
habitantes callados de las cavernas
Éramos- Manolo García
El tiempo es un rio
que se come a bocados
las paredes de nuestra
casa.
Hubo un momento...
hace años.
Yacíamos
tendidos de espaldas
en el círculo de sol
que deja el verano
en aquel monte.
Juntas las palmas
y el sudor,
mirábamos al cielo,
las copas terrenales
de los eucaliptos,
la elegancia fractal
de una piña
allá en lo alto.
Los blancos cuerpos
recogían la luz
y el sencillo vaivén
de las ramas.
Así sucedió.
Después, el aire diáfano
se extinguió y, nómadas,
llevamos nuestro amor
a otros lechos.
Desde entonces
busco tal conjura
en otro claro de bosque:
amarte
con el tiempo y el calor detenidos
sobre la hierba.
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