Hogar
Oh, let me see your beauty when the witnesses are gone
Dance me to the end of love
Envejecimos lentamente.
Los atardeceres
caían uno a uno
sobre la terraza,
como telones que cierran,
noche tras noche,
una función exitosa.
Desde allí bebíamos vino,
bailábamos y saludábamos
a la luna
y al viento del invierno.
En silencio recordábamos
a nuestros padres,
los lugares ya tapados,
antiguos olores,
viejos sonidos
de grava y madera.
En noches de brisa
guarnecíamos
la llama de las velas
con un cuenco de manos.
A veces complacía
y a veces quemaba.
A eso le llamamos
hogar.
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