Marga ya no vende gominolas
Kitsch
o cualquier otra
mala interpretación
que se me ocurra
sacar de ese concepto
tan estudiado
por Kundera
en la genialidad
que es
la
insoportable
levedad
del
ser. Sigo:
todo parece anacrónico aquí
excepto los árboles
y (caramba
aquí también hay cerros)
los cerros
que decoran
allá al final
este escenario insólito.
Una bici rosa
en el balcón cochambroso.
Y toldos,
un montón de toldos
verdes.
Señal inequívoca
de
sol
que ya desaparece
sin tener
que pelearse
con montañas.
Como mucho con algún
que otro edificio
y un horizonte plano
y totalmente sumiso
que apenas opone
resistencia
a esa violación diaria
motivo de tantas postales
y composiciones
audiovisuales new age
(ppt, pps, FW: buenisimo!!!!!!!!!!!!!!!!!!, etc.)
Sí, bici rosa, decía
Butano, extrarradio y Marga
que abre sucursales extrañas
(supermercados en concreto
pero
¡coño!
Marga tenía un tutifruti)
Cualquier día
vendo mi alma
en el locutorio de enfrente
robo carteras
pego palizas
juego al fútbol con
mallas y chicle
y acento del sur.
Osuna manda
(qué mala ostia)
Comentarios
Tin, continua.
un beso de buenas noches
ay, Tin!