Hogar
Han pasado los años
y la casa se ha vestido
de pena y alegría,
alternativamente,
cuando ha tocado.
El olor de los muebles
apenas ha cambiado
pero las almas, los niños,
las voces y las visitas
se han sucedido
modificando el hogar
bajo la sospecha
de un destino prescrito
desde el principio.
En las superficies reflectantes,
ventanas, espejos, cristales,
vitrinas, azulejos y televisores,
hay ahora otras figuras
que fijan extrañeza
en sus propias sombras.
En un ciclo han vuelto,
sin embargo, los gritos,
de todo tipo y tono.
Los silencios también
se atascan en el pasillo
y en los baños
sobre todo en las tardes de verano,
cada vez más cortas.
La higuera magnifica la casa.
La parra, próspera
y colmada de uvas
en la visera del tejado
sugiere un progreso
cuestionable.
Se sufre
concibiendo el tiempo
como una rémora
atada al interior
de un mismo.
De todos modos
tengo ventiocho años,
he vuelto a escribir
y eso me hace feliz
entre tanta miseria
metafísica.
Comentarios
saludos!
Comparto tu alegría, amigo.
Un abrazo.
bss