Hogar



Han pasado los años
y la casa se ha vestido
de pena y alegría,
alternativamente,
cuando ha tocado.
El olor de los muebles
apenas ha cambiado
pero las almas, los niños,
las voces y las visitas
se han sucedido
modificando el hogar
bajo la sospecha
de un destino prescrito
desde el principio.
En las superficies reflectantes,
ventanas, espejos, cristales,
vitrinas, azulejos y televisores,
hay ahora otras figuras
que fijan extrañeza
en sus propias sombras.
En un ciclo han vuelto,
sin embargo, los gritos,
de todo tipo y tono.
Los silencios también
se atascan en el pasillo
y en los baños
sobre todo en las tardes de verano,
cada vez más cortas.
La higuera magnifica la casa.
La parra, próspera
y colmada de uvas
en la visera del tejado
sugiere un progreso
cuestionable.
Se sufre
concibiendo el tiempo
como una rémora
atada al interior
de un mismo.
De todos modos
tengo ventiocho años,
he vuelto a escribir
y eso me hace feliz
entre tanta miseria
metafísica.



Comentarios

Isabel ha dicho que…
Muy bonito... y es verdad, muy verdad que las casas cambian con el tiempo y nos producen diferentes sensaciones, desde alegria, hasta angustia pasando inevitablemente por la nostalgia... eso es por ejemplo lo que siento cuando vuelvo a casa de mis padres...

saludos!
Isra ha dicho que…
La familiaridad afectada por el paso del tiempo. Como se dice tópicamente: inexorable. Pero a la vez con un velo de no pasa nada más que eso, el tiempo, y todo sigue igual...
Comparto tu alegría, amigo.

Un abrazo.
LatitadeAlmendras ha dicho que…
pues eso, que cuando leí esos últimos versos esta mañana, me gustaron mucho, tanto que me emocionaron. Porque vuelves, porque estas feliz y sabes que eso me encanta!
Anónimo ha dicho que…
Hacia tiempo que no pasaba por aquí y hay que decir que me sigues sorprendiendo. Lindísimo Agustín.
bss

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