Marga ya no vende gominolas
Kitsch o cualquier otra mala interpretación que se me ocurra sacar de ese concepto tan estudiado por Kundera en la genialidad que es la insoportable levedad del ser. Sigo: todo parece anacrónico aquí excepto los árboles y (caramba aquí también hay cerros) los cerros que decoran allá al final este escenario insólito. Una bici rosa en el balcón cochambroso. Y toldos, un montón de toldos verdes. Señal inequívoca de sol que ya desaparece sin tener que pelearse con montañas. Como mucho con algún que otro edificio y un horizonte plano y totalmente sumiso que apenas opone resistencia a esa violación diaria motivo de tantas postales y composiciones audiovisuales new age (ppt, pps, FW: buenisimo!!!!!!!!!!!!!!!!!!, etc.) Sí, bici rosa, decía Butano, extrarradio y Marga que abre sucursales extrañas (supermercados en concreto pero ¡coño! Marga tenía un tutifruti) Cualquier día vendo mi alma en el locutorio de enfrente robo carteras pego palizas juego al fútbol con mallas y chicle y acento del sur....