La autopista del Norte
Fuimos un renault en un atasco. Esta vez sin sur ni promesas ni ciudades. Apenas autopista y lluvia. Noche. Solo tú, también, a veces, alumbrando los papeles como un astronauta erudito. El piloto miope que trajina en las palancas dibuja en su mente las esquinas de otro habitat, otra saturación, otras luces, otras páginas. En ciclos y muy rápido: la tregua sorda de un parabrisas censor que borra todas las gotas y todos los sueños sobre el cristal con un par de lenguetazos letales. Los posibles cuerpos abandonados en el arcén hacen biodegradable este paseo. También se han perdido decenas de poemas a los que les ha sobrado un verdugo y les ha faltado el tiempo adecuado para echar unas raíces y germinar como dios manda.