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Mostrando entradas de marzo, 2013

Casa en Hookena

[...] Por lo que toca a los adornos y bibelots , eran en extremo delicados: relojes de carillón y cajas de música, hombrecitos meneando la cabeza, libros llenos de dibujos, escudos de valía de todas las partes del mundo y los más divertidos rompecabezas para distraer el ocio de un hombre solitario. Y como a nadie le hubiera gustado tener una casa tan espaciosa para pasear solamente por ella y contemplarla, había unos balcones tan amplios que podían dar cabida a gusto a una ciudad entera. Por eso Keawe no sabía qué habitación preferir, si el pórtico de atrás, por donde penetraba la brisa de la montaña y que daba sobre los huertos y las flores, o el balcón del frente, desde donde se podía respirar aire del mar, contemplar la ladera de la montaña y vislumbrar el barco Hall en su viaje semanal entre Hookena y las colinas de Pele, o las goletas que navegaban por la costa en busca de madera, ava-ava y bananas. [...] El diablillo de la botella. Cuentos de los mares del sur. Robert

14 de marzo

[...] Non, non é que no te escoite, Escoito. Só quero escoitarte, pero no me preguntes o que dis. Non podo facer dúas cosas al mesmo tempo: entender e pensar en ti. [...] Mil . Manuel Rivas Te han bastado diez minutos al teléfono para ponerme contra la pared, retratado por mis propios errores de estrategia y por los hitos que marcas en cada frase tuya, en cada asociación de esgrima, en los silencios. Me desviste tu voz arropada al otro lado, tu saber escuchar, el verme tan lejos y que tú me encuentres casi al momento como si la conversación fuese un íntimo confeti de susurros cayendo sobre la luz de la lámpara. Tu risa de te verde, la forma en que pienso y te escucho a la vez, los porqués y sus respuestas liberadas, la incógnita que despejas de regate cuando en mi cabeza todo es un barullo de quereres, de poderes, de escapismo, de espejos. Amarte y sus bifurcaciones. Ésa fue mi llamada, de auxilio, y no hay distancia ni pri

De fronteras (¿Cómo se puede vivir sin la nieve?)

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Después de la cena vimos cómo se alzaba la luna raspando el monte de Sosas y aparecían en la nieve sombras muy vivas, oscuras y alargadas Las noches árticas. Del blog Fil&don (Noroeste leonés)