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Home - Morgan   En septiembre, de sol y aire se hincha por fin la vela vieja del navío. El cielo es propicio, resuelto el corazón. Parto por fin. En el horizonte espera Ítaca o, quizá, un invierno donde poder volver a casa.

Pensamiento de un perro frente al fuego

Qué conjuro de colores proyectado sobre olor a piedra y hiedra. Hacia qué prados, con qué vientos se va este minúsculo calor que empieza junto a la alfombra y que se lleva la tarde. Con qué fin estas volutas incipientes de humo y tedio... Cuándo podré ver, en definitiva, al gran animal reposado sobre su panza, allá a lo lejos. Cuándo poder ser como esas hojas anaranjadas que agitan mi mirada tras el cristal.

Mediodía

La luz pontifica cada segundo, cada silbido, cada instante en que las hojas se tambalean en los árboles. Aprendemos a señalar lo que nos rodea con códigos de silencio, brisa, ambiente, voces, la carretera a lo lejos, el dibujo de las montañas, el mar... Es mediodía, ese momento en que no hay ecos ni sombras ni apenas ya mañana a la que aferrarse. Seguimos adelante pendientes de los segundos descendientes de un sol alegre. Aprendemos la lección de la prematura muerte de los insectos.

Ventana de verano

Calma. Bach compite con la orquesta de pájaros tras la ventana. Los campos se acompasan a la lluvia frágil que no arrecia ni cesa, allí afuera, tras la ventana.   Mientras tanto, el cielo se cubre las espaldas y la mañana se enrolla sobre sí misma  como un nido concéntrico o un cuerpo que tarda en despertar. Los minutos de un poema, blancos y grises, se demoran en su aventura, penetrando en la nada. Y al final, el aroma del mar, sencillo, genético, inmutable, porta una sola noticia, llega a mí como un epílogo, cierra de una vez        todos mis ciclos.

Soy un gato, soy todos los gatos

Soy un gato. Soy todos los gatos. Soy la casa alta como una torre o una espina dorsal. Soy arriba del todo cada piñón que engrana el pensamiento. Soy un gato, soy cada gato y cada máscara negra que sonríe espantosamente desde la pared. Soy el susto que sale como una bala al abrir la puerta del baño, soy un gato grande y blanco y sordo atento a los terremotos y al calor. Soy el silencio que dejaste en el salón. Soy un gato perdido fuera de casa. Un gato afónico que espera y sólo puede pensar...

Tres céntimos de euro

...esta mañanita te has vestido de felicidad ... Como el viento___Depedro A este poema le falta un prólogo de inercia, varios estímulos, unas cuantas mañanas más de lluvia y olor a muebles viejos. Detrás faltan también risas y lágrimas, libros, cuevas de espejos de piedra en las calas de agua salada allá a un kilómetro, en el mar. Todo el abanico de factores ausentes vale por tres besos certificados -tres sirenas de plata sevillana- en el exacto momento del descenso, una canícula muy bella y la desesperación por (no) sentirse embriagado de una puta vez. Esta moneda está oxidada por el salitre de los días y la cobardía. Pero pronto la podremos brillar como se brillan las pequeñas manzanas rojas al frotarlas contra la camiseta en el jardín, como la luz del sol alto golpeando su risa contra el verso de las hojas, como sentirse joven en una casa semidestruída pero desesperada por vivir y despertarse sumida en sus ruinas cada mañana