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Silencios

Silencios Trompetas de muerte. Lo que no se dice son himnos del olvido.

Cállate

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En la tremenda cháchara el silencio consiguiente bastará para callarnos. Sabremos a quien respetar cuando la mirada común caiga sobre ella como una tormenta. Y, por fin libres, sin querer sobrevolaremos la palabra. Viajaremos callados hacia la mirada del otro.  

Mayo

El toro tras el manzano resultó ser sólo un cuerno dorado, muy fino, tirando con saña de la curva del mar fugitiva. Yo ya he muerto si los grillos callan, si las estrellas se bloquean de repente en un uno o un cero, si se extingue en nada el aroma vivo, tan superfluo, contemporizador de mayos y silencio. Los árboles en fotograma son también pasado y futuro, memoria, nunca ya, jamás delegaciones espurias de la muerte y del caos. Las casas guiñan amarilla luz en las ventanas y pasa el tren a lo lejos, entre bosques de castaños y recuerdo. Y después, al final, se esconde tras los tejados del oeste un Venus regado de silencio , y el viento pasa como un minutero que huye de ayer y los párpados se quedan adormecidos, como pequeños gorriones en mitad de la oscuridad y el olvido.

El esclavo más feliz

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Sin que puedas explicarlo mi mundo se ha reducido a ti y ahora soy el esclavo más feliz de tu alegría. Continúa con el chantaje de tu risa y recuerda que es el silencio nuestro enemigo .

"Al fin y al cabo, lo normal es leer"

Quizá hubiera que decir algo más sobre eso, sobre el no escribir. Mucha gente me lo pregunta, yo me lo pregunto. Y preguntarme por qué no escribo inevitablemente desemboca en otra inquisición mucho más azorante: ¿por qué escribí? Al fin y al cabo, lo normal es leer. Mis respuestas favoritas son dos. Una, que mi poesía consistió -sin yo saberlo- en una tentativa de inventarme una identidad; inventada ya, y asumida, no me ocurre más aquello de apostarme entero en cada poema que me ponía a escribir, que era lo que apasionaba. Otra, que todo fue una equivocación: yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema. Y en parte, en mala parte, lo he conseguido; como cualquier poema medianamente bien hecho, ahora carezco de libertad interior, soy todo necesidad y sumisión interna a ese atormentado tirano, a ese Big Brother insomne, omnisciente y ubicuo -Yo. Mitad Cabilán, mitad Narciso, le temo sobre todo cuando le escucho interrogarme junto a un balcón abierto: "¿Qué ha...

Silencio revolucionario

Esas tiras de luz son la veladura de la tarde patinando sobre este cielo, quizás desde el cielo particular de la ciudad donde vives. La luz que envías se recibe en este Oeste como el derrape de un rio cuya presa ha estallado de golpe en las montañas. Los árboles desnudos del parque no pueden ser otra cosa que iconos de una revolución tenue amparada por el silencio. Dime, a qué hora oscurecen los campanarios en tus oidos, cuándo levantarás tus ojos del libro para que tu pensamiento  se desmaye de nuevo sobre mí.