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La libertad, poema de Joan Margarit

Es la razón de nuestra vida, dijimos, estudiantes soñadores. La razón de los viejos, matizamos ahora, su única y escéptica esperanza. La libertad es un extraño viaje. Son las plazas de toros con las sillas sobre la arena en las primeras elecciones. Es el peligro que, de madrugada, nos acecha en el metro, son los periódicos al fin de la jornada. La libertad es hacer el amor en los parques. Es el alba de un día de huelga general. Es morir libre. Son las guerras médicas. Las palabras República y Civil. Un rey saliendo en tren hacia el exilio. La libertad es una librería. Ir indocumentado. Las canciones prohibidas. Una forma de amor, la libertad.

Desde el escritorio

Desde el escritorio la llamada de la gaviota envía el pensamiento a lugares lejanos. Puertos de mar y de luz en los que el hombre podría por fin encontrarse a sí mismo.

Naufragios

Los recuerdos son las tablas de esta balsa a la deriva. Llueve ahora, a veces arrecia el viento. Intento ver con buenos ojos la barriga hinchada en la vela, los crepúsculos que llegan, las brillantes precisiones en el cielo. Voy, en calma, hacia la isla a mediodía. Allí me espero a mí mismo, en los naufragios remotos de la posibilidad.

Desvelado

Por allí amanece. Donde los caminos andados y las noches de verano Por allí va sin prisa, creciendo hacia mí, la primera luz del día.

Algunas veces

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Wishlist - Pearl Jam A veces salgo a correr por las tardes. Otras veces cojo la bicicleta para llegar al centro de la ciudad. Pienso poco. Vienen a ser ráfagas breves de pensamientos ligeros, sin demasiado compromiso ni complejidad. Pensamientos rasos y rápidos como aquellas golondrinas que volaban en desorden entre los campanarios mientras Coimbra atardecía en calma. Pienso poco, hablo poco. No hay mucho más. Algunas veces me expongo al ridículo. Adrede. Solo algunas veces. Leo poesía en el parking antes de entrar a la oficina (Brecht, Cavafis) y, algunas veces, antes de apagar la luz por la noche (Vilas, Gamoneda) Apenas como pan ni bebo cerveza cuando ceno solo en casa viendo una serie en HBO con los pies encima de la mesa y la ventana del salón abierta. Lloro emocionado en cada película de Ken Loach. Me río con algunos libros y solo me divierto de verdad al volver a ver mi infancia, como un fantasma que reaparece, en los ojos ma

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El viento de los años nos barrió inclemente y dejó un retrato rasgado perdido en los cajones del olvido. Pero ni lo dicho ni lo callado afean lo que alguna vez fue y ya es, ahora, a la vez imborrable y póstumo: el delirio de querernos, respirar juntos, sonreir, compartir, sin mañanas ni nudos, una pequeña parte de eso que llamamos existencia. Vete sin pena, sigue tu sendero. Si alguna vez te das la vuelta me verás en pie, celebrando con alegría el dulce recuerdo de nuestro amor.

Mariposas

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Veo a junio dando la vuelta a la esquina, vacilante, con cautela. Detrás de él, sobrevolándolo, van las promesas del verano, mariposas de seda que ponen la mañana perdida con su polvo artero de ilusión. En sus reflejos van los reflejos del mar. En sus destellos van los destellos de los astros en las noches claras. Promesas, estrellas, mares, palabras de un escurridizo futuro que nos hacen caminar hacia adelante.