La espera
Cierto tono en el ambiente -casi como un presagio que se derrumba sobre la noche- me hizo cambiar de planes mientras te esperaba. De la cerveza y el libro bajo el límite gris del cielo pasé a una libreta de pauta clara y el deseo sobre la frente de dejar algo escrito. La noche empuja el gris cielo hacia abajo. Pienso en este momento y en el momento dentro de veinte minutos. Otra premonición. Otra diversión que me depara el tiempo. Su emoción eventual, entre la ilusión y la trascendencia. Y no termina ahí -solo hacia adelante- el relato de la tarde adormecida. Hacia atrás, la escena de farola y muro se dibuja sin trabajo en la memoria. Ya cae la noche en todas las direcciones. Ya se drena por entre los huecos de un letargo sorprendido, un tropismo, y el desafío oportuno que se presenta como una toma de aire tras la angustia de la imersión. Vacilo, derivo, vaivén... Ya está aquí la punta de lanza, el pronóstico de los veinte minutos. Ya apenas veo lo ...