Cazando terodáctilos
Busco en las aventuras de mis sueños los dinosaurios que no soy de capaz de cazar en mi día a día, me arrastro entre bosques de antídotos agarrado tembloroso al fusil como si fuera la civilización entera lo que se está jugando en esta causa que es sólo mía. Me relajo en los pasos fronterizos, en las paradas forzadas, como cuando eramos niños y en nuestros juegos casa era la seguridad en toda su definición, pero no sabíamos, no podíamos ni imaginarnos que esa metáfora sería la suprema, la más importante nada más abandonar la infancia. Ahora las mareas son constantes y nada se termina nunca sino que todo se tambalea, continuamente, sin romperse, y a veces cuesta hasta respirar el oxígeno infinito en los acantilados que gobiernan el mar con esa posición de animal maltratado, servil y pétreo. Es una pena, tenemos la solución: aparece y desaparece en momentos de lucidez embriagadora, la soltamos, se la lleva el viento como una hoja y vuelve caprichosa boomerangueando en un zis zas zis zas,...