Frío
El frío se apretuja en la vegetación filamentosa de la charca. Caminamos sobre la tierra y alrededor -la vegetación, las piedrecillas, el mar y hasta el mismo cielo- todo parece el conjunto a representarse en una postal glaciar. La charca quisiera ser líquido pero en verdad es un mármol de hielo incrustado en la cuneta, un estructura de recepción de lluvias, de savia verde que lo inunda todo y que a nuestros ojos es simplemente un gris que duele implacable en la mirada. Si es que hay vida, su calor es tan tenue que no despierta otro sentimiento que no sea el de la asepsia. Si algo transmite es la desolación de un desierto de granizo, la levedad eterna del frío que blanquea el aliento y el cielo, el susto en la respiración, la inmovilidad que se dibuja en las hierbas atrapadas en un ámbar helado.
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Tefi