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Mostrando entradas de diciembre, 2011

La poesía no engorda

Qué vago y qué trampa es un poema, qué caprichoso, qué falso, qué fácil, qué absurdo, qué efímero, qué complicado... Esta anarquía comunista (tan distópica) no sabe disimular su última capa de mentira, la punta visible de sus axiomas primigenios: la poesía es la mitad de un par de alas para volar sin rumbo, un revolver perentorio tanteando el paladar. La poesía no engorda, engordas tú.

La fiesta (Laura Wittner)

La fiesta Levantaron la compuerta del baúl y salimos arando hacia el fondo del cielo. Carreras, equilibrios y verticales-puente en ámbitos que se levantaban y caían a nuestro paso, según nuestra voluntad: galerías con arcos y columnas, infinitos gimnasios con pisos de madera, tinglados ásperos con reverberaciones, y así... Figuras finas y flexibles, fuimos, en esa tela inmensa donde el mayor esfuerzo del pintor había estado en la luz: llegar al tipo exacto de luz con el óleo y de paso atrapar la blandura del aire; el punto exacto, en óleo, de esa consistencia. A los grandes los volvimos a ver dos o tres veces a lo largo del día. Por el momento no eran más que una idea o varios pares de sombras demarcantes: esto es centro, esto es suburbio y lo del medio es no-terreno, sin saber que tragábamos aire casi ilegalmente de y en cada una de esas franjas siempre a punto de pasar a ser otros. Todo cambió cuando corrieron el toldo con la noche. Sin la velocidad de los espacios abiertos nos sub...

La autopista del Norte

Fuimos un renault en un atasco. Esta vez sin sur ni promesas ni ciudades. Apenas autopista y lluvia. Noche. Solo tú, también, a veces, alumbrando los papeles como un astronauta erudito. El piloto miope que trajina en las palancas dibuja en su mente las esquinas de otro habitat, otra saturación, otras luces, otras páginas. En ciclos y muy rápido: la tregua sorda de un parabrisas censor que borra todas las gotas y todos los sueños sobre el cristal con un par de lenguetazos letales. Los posibles cuerpos abandonados en el arcén hacen biodegradable este paseo. También se han perdido decenas de poemas a los que les ha sobrado un verdugo y les ha faltado el tiempo adecuado para echar unas raíces y germinar como dios manda.