De cara a la esperanza


Salvo para un párrafo a negar
no he pensado ni un instante
en el palacio negro
saturado de intrigas y de máscaras.
No he visto pasar por mi mente
reloj alguno
ni huellas recientes,
ni mañanas grises de cemento
        frío.

Estoy de cara a la esperanza,
junto al fuego que destruye y crea,
estoy en la fuente que me trae
-granizo viento agua-

desde nubes bajas
como tobillos de volcán, oscuras
como el estómago vacío
de una ballena.

En los mares del sur, en Isla Negra,
en la vega del Porcía,
cercana pero extraña,
distinta, antigua, atávica.

Estoy entre el fuego y la literatura,
en el pasado elegido,
en un momento del río,
en Ainielle, en Comala, en
Roma.

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