Quietos y callados,
sobre un tronco
cruzamos el río
   longitudinal
en dirección
hacia lo que no somos.
Hemos visto
pasajes oscuros
durante el camino,
meandros donde la luz
parecía pedir socorro
entre las rendijas
de un bosque tupido.
Por mirar ensimismados
a las orillas
volcamos violentamente
en la tragedia
de un pedregal.
Los troncos
se han ido
solos, desvencijados,
sin mirar atrás,
siguiendo el curso
de un río
que siempre huye
hacia su final.

Comentarios

Julio Alcalá Neches ha dicho que…
Me parece muy impactante esa metáfora que haces del sinsentido de la vida y de nuestra identidad.
Felicidades.
Roberto Tega ha dicho que…
Gracias Julio. Un placer tus comentarios tanto como tus textos.

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