Variar la mirada
Más pronto que tarde llegará un tedio que hasta entonces habremos disfrazado de descanso, ensoñación, proyecciones, ingenuidad... En la foto vieja que un día olvidamos en el cajón veremos caras apenas reconocibles, casi máscaras de un teatro ajeno y obsoleto. Viviremos en el pasado, como los jóvenes que se fueron antes de tiempo, como un cuadro de Manchón pudriéndose por las tardes en la sala de estar. Sólo un cambio de rumbo -la imperceptible variación de la mirada- evitará la nostalgia venenosa de aburrimiento, las enfermedades del alma. Ésa y no otra es la primera lucha de nuestro tiempo.