Variar la mirada

Más pronto que tarde
llegará un tedio que
hasta entonces habremos
disfrazado de descanso,
ensoñación, proyecciones, ingenuidad...

En la foto vieja
que un día olvidamos en el cajón
veremos caras apenas reconocibles,
casi máscaras
de un teatro ajeno y obsoleto.

Viviremos en el pasado, 
como los jóvenes que se fueron 
antes de tiempo,
como un cuadro de Manchón
pudriéndose por las tardes
en la sala de estar.

Sólo un cambio de rumbo
-la imperceptible variación
de la mirada-
evitará la nostalgia venenosa
de aburrimiento,
las enfermedades del alma.

Ésa y no otra
es la primera lucha
de nuestro tiempo.

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