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El viento de los años nos barrió inclemente y dejó un retrato rasgado perdido en los cajones del olvido. Pero ni lo dicho ni lo callado afean lo que alguna vez fue y ya es, ahora, a la vez imborrable y póstumo: el delirio de querernos, respirar juntos, sonreir, compartir, sin mañanas ni nudos, una pequeña parte de eso que llamamos existencia. Vete sin pena, sigue tu sendero. Si alguna vez te das la vuelta me verás en pie, celebrando con alegría el dulce recuerdo de nuestro amor.