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El viento de los años
nos barrió inclemente
y dejó un retrato rasgado
perdido en los cajones
del olvido.
Pero ni lo dicho ni lo callado
afean lo que alguna vez fue
y ya es, ahora,
a la vez imborrable y póstumo:
el delirio de querernos,
respirar juntos, sonreir,
compartir, sin mañanas ni nudos,
una pequeña parte
de eso que llamamos
existencia.
Vete sin pena, sigue tu sendero.
Si alguna vez te das la vuelta
me verás en pie,
celebrando con alegría
el dulce recuerdo
de nuestro amor.

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