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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Destiempo

En alguna ocasión, en esta totalidad sin días ni estaciones -sin ciclos- aun se ve, si se quiere, el nido de la pega a contraluz, cuando acontece lo que parece ser un atardecer.   Es como volver. Como volvían en vuelo las aves en un tiempo en que cada cosa aun conservaba su nombre y el mundo podía transitarse entre las ilustraciones de cualquier libro (concepto, emoción, asombro)   El nido de la pega, a contraluz, cuando miro hacia el sur, al cielo que decae y casi desaparece. Ese instante indiferenciado que se torna motivo revolucionario para intentar traerte de vuelta,  solo un segundo, brevísimo ,  lo justo para que te asomes y contemples a mi lado el todo o la nada, la desolación o el milagro. Solo un instante, pautado y consciente,  para mostrarte -como si de llorar en tu hombro se tratase- este mundo obsceno e inmutable,  lleno de vanas oportunidades. Este mundo sin ti, matemáticamente diluido en el caos del algoritmo y el abolido tiempo.

Frente al espejo

 Admiro a los tallos que no se doblaron al viento Conduciendo y llorando. La M.O.D.A   En qué quedamos tú y yo... Dónde está el tractor que te lleva al ahora desde la primavera, siempre leal y siempre allá, en el horizonte. Dónde las ganas, dónde el tesoro concentrado de sol y de emociones -de fugaz eternidad- cuando huyes, en calma, hacia el mismísimo centro.