Destiempo

En alguna ocasión, en esta totalidad

sin días ni estaciones -sin ciclos-

aun se ve, si se quiere,

el nido de la pega a contraluz,

cuando acontece lo que parece ser

un atardecer.

 

Es como volver.

Como volvían en vuelo las aves

en un tiempo en que cada cosa

aun conservaba su nombre

y el mundo podía transitarse

entre las ilustraciones de cualquier libro

(concepto, emoción, asombro)

 

El nido de la pega, a contraluz,

cuando miro hacia el sur,

al cielo que decae y casi desaparece.

Ese instante indiferenciado

que se torna motivo revolucionario

para intentar traerte de vuelta, 

solo un segundo, brevísimo

lo justo para que te asomes

y contemples a mi lado

el todo o la nada,

la desolación o el milagro.


Solo un instante, pautado y consciente, 

para mostrarte -como si de llorar en tu hombro

se tratase-

este mundo obsceno e inmutable, 

lleno de vanas oportunidades.

Este mundo sin ti, matemáticamente diluido

en el caos del algoritmo

y el abolido tiempo.

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