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Mostrando entradas de abril, 2007

La manzana y el reloj

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Cuando era pequeño mi madre me alimentaba copiosamente a la hora de merendar. A eso de las 5 o las 6 de la tarde lo normal era el bocadillo de nocilla, de chorizón o de paté. Era indispensable, básico. Sanas costumbres que se pierden con la independencia y la desidia de la edad. Si terminabas el grueso de la merienda iba un postre que no era otra cosa que una pieza de fruta: un plátano, una naranja o una manzana. La manzana. A eso voy. El plátano era algo dulce y podías zampártelo sin problemas después del bocadillo. La naranja, sabrosa y refrescante, se aceptaba sin rechistar. Pero si te tocaba la manzana eso ya era otra cosa. No es que supiera mal ni nada pero no entraba igual. La manzana tiene esa insipidez que hace que renuncies a ella cualquier calurosa tarde veraniega de los tempranos 90. O eso o alterar la percepción temporal y engañar a tu madre para hacerle creer que te la comiste toda. De alguna manera yo hice las dos cosas. Una vez que tuve la manzana en la mano, y el estóm...

El seguro

Crawl Home . The Desert Sessions Volume 9 & 10 "Al seguro le resulta cómodo depender de los demás y que éstos dependan de él. No le preocupa en exceso la posibilidad de abandono. Es decir, no piensa por anticipado en el hecho de que su pareja le puede abandonar si ésta no se lo comunica de alguna manera. Estas personas se sienten a gusto en las relaciones, las valoran y pueden mostrar tanto intimidad como autonomía. No temen a la proximidad y son los que más probabilidades tienen de sentirse felices y confiados en sus relaciones. No les preocupa demasiado el rechazo o estar solos y experimentan baja ansiedad ante la posibilidad de una ruptura. Se sienten cómodos con la dependencia que suele implicar una relación íntima. Buscan más apoyo de sus parejas cuando las necesitan que los inseguros y también les dan más apoyo. Expresan abiertamente sus preocupaciones y no suelen usar estrategias defensivas o destructivas para solucionar los problemas, sino estrategias de resolución de...

Instrucciones para llorar

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"Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos." Instrucciones para llorar , en Historias de cronopios y de f...

Música

"MÚSICA: para Franz es el arte que más se aproxima a la belleza dionisíaca entendida como embriaguez. Uno no puede embriagarse fácilmente con una novela o un cuadro, pero puede embriagarse con la novena de Beethoven, con la sonata de Bartok para dos pianos y percusión o con las canciones de los Beatles. Franz no distingue entre la llamada música seria y la música moderna. Esa diferenciación le parece anticuada e hipócrita. Le gusta tanto el rock como Mozart. Para él la música es una liberación: lo libera de la soledad, del encierro, del polvo de las bibliotecas, abre en su cuerpo una puerta por la que su alma entra al mundo para hermanarse. Le gusta bailar y lamenta que Sabina no comparta esta pasión con él." De La insoportable levedad del ser . Milan Kundera

Virginia

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el Roto. El País. 17/4/07 Paranoia cíclica

Un eco de su sensibilidad

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"Estaba descalza, sentada sobres sus pies desnudos, y en el suelo, al alcance de la mano, el inevitable vaso de agua. Entre sus labios temblaba una sonrisa melancólica, tan pequeña que era más bien un esbozo. No había advertido mi presencia, pero cuando subí otro peldaño, dirigió los ojos a la escalera sin el menor sobresalto; sonrió al verme: No bajan los ángeles ¿verdad?, dijo. Me miraba resignada, con una pálida piedad. Yo asentí con la cabeza. ¿Hace mucho tiempo? Hice un esfuerzo: Desde que enfermaste, dije. Dobló la cabeza como solía hacer, buscando una perspectiva más favorable para mirarme: Pero supongo que no tendrá nada que ver una cosa con la otra, añadió. Fue algo imprevisto. Iba a responderle que no, que mi sequía actual era una crisis más, que pasaría como habían pasado otras, pero, repentinamente, titubeé, se me aflojó la garganta y rompí a llorar. Nunca había llorado ante ella y, entonces, me cogió de las manos y me sentó a su lado, en el sofá, dejando que mi cabeza...

Despabílate amor

Bonjour buon giorno guten morgen despabílate amor y toma nota sólo en el tercer mundo mueren cuarenta mil niños por día en el plácido cielo despejado flotan los bombarderos y los buitres cuatro millones tienen sida la codicia depila la amazonia buenos días good morning despabílate en los ordenadores de la abuela onu no caben más cadáveres de ruanda los fundamentalistas degüellan a extranjeros predica el papa contra los condones havelange estrangula a maradona bonjour monsieur le maire forza italia buon giorno guten morgen ernst junger opus dei buenos días good morning hiroshima despabílate amor que el horror amanece Despabílate amor de Mario Benedetti en Poesía para los jóvenes (Visor, 1997)