El emisario de tu reverso
En algún eje del tiempo coincidió tu ausencia con la playa vacía. Hubo una resta entonces y del choque salió tan solo un yo victorioso, celebrando la soledad pero también sufriendo condicionales interrumpidas, la amputación del agua sin tu cuerpo. Después volviste y volvió la pleamar a las tardes atizadas por el viento, y vivimos. Ahora llega el otoño, aturdido y seco, como un emisario de tu reverso, como si, con retraso, llovieran postales sobre las ciudades y los niños fueran estatuas incapaces de recordar las sílabas de tu nombre.