Costa de Akyarlar Bodrum, Turquía, 02/09/2015. 6 am.

Me acuerdo de los que son como él.
Todas las noches.
Después de apagar la luz.
Especialmente en invierno.

Es mi momento de debilidad. El resto del día ando perdido en una selva de clics y despueses. Entre el pasado y el futuro. Pero la noche es diferente, te encierra junto a tu mente en una jalea de infamias.
Ayer M lo vió de refilón en la tele, mientras jugábamos al Scrabble en casa de mi hermana. Era una imagen de archivo, la que se quedará grabada durante mucho tiempo en la verguenza de este continente. M lo vio y se giró hacia nosotros, los mayores, como exigiendo explicaciones. "¿Y ese niño?". La pregunta sonó en su boca como un trueno. Sin dudar, me apresuré a dar una respuesta adulta, respetuosa con su edad pero veraz, apoyada en una leve caricia de su pelo.
Entonces se dibujó la incredulidad en su rostro e hice propio el silencio de Europa, su irresistible verguenza. Fue como la breve reflexión cuando devolvemos la oscuridad a la noche antes de dormir.
Dura sólo un momento la culpa. Después sigue la vida, como la conciencia tras una mentira.

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