Sucedáneos
Hace mil años, cuando llegué a esta ciudad, me sentí abrumado por la inexistencia.
Si no existe, nada existe.
Y realmente no existía. Vi que la orografía determinaba mis ánimos. Sentí que podía tocar el horizonte árido y serpentino con la punta de los dedos, alcanzar los cerros ralos y borrarlos de una bofetada que devolviera su porción de azul marino al cielo azul celeste. La ciudad era, y es, un recinto absurdo y desolador, un circuito de risa que en media hora podría recorrer si aceptase hacerlo tragándome la pesadumbre de visualizar un travelling de lo baldío. No es sano correr con los ojos cerrados.
Hoy ya casi da igual. El mar no está, no lo percibo en los pulmones. Ni en la distancia siquiera. Pero todo tiene arreglo en estos tiempos. No hay mar, no, un capricho de Pangea cuando se desperezó hace algunas eras. No siento nada, ni las vibraciones de su oleaje, ni su espuma, ni sus atardeceres, pero tengo la suerte de tener el tráfico siempre que lo necesito. Un sucedáneo fácil. Chapuzas para males endémicos. Menos en ciertos momentos de la madrugada, en que lo que veo a través de la ventana no se parece a nada más, siento la serenata del mar que ruge y se balancea allá a lo lejos, aquí mismo, aunque en verdad no esté más que en la imitación involuntaria e irónica que a veces se produce en el mundo. Porque sí, el tráfico es como el mar, una sucesión de sucesiones, las olas, los coches, el tráfico, la marea, los motores, el vaivén del agua llegando y marchando. El imparable ir y venir reflejado en todo y en nada. Sí, los coches son bellas máquinas, atroces, peligrosas.
Y el mar era una máquina bella.
Una máquina muy muy bella.
Comentarios
comparar el mar con el tráfico...
eso es traumático,
pero aún así te quedo un texto muy bello. Creo que he conseguido ver olas en la castellana a hora punta...
muchos besos acuáticos
un beso
Ahora no lo cambio por nada del mundo.
Cada día un color, un olor, un sentimiento...
Cambiaré de lugar pero ten por seguro que tendrá mar.
Muak
Algún día visitaré el mar que se veía desde tu cama ;)
1 abrazo
Yo en otra vida debí de ser un pez, porque lo adoro, y lo añoro de la peor forma: como si alguna vez hubiera pertenecido a su ámbito.