Bosque
Reíamos camino del bosque, nuestros cuerpos flotando sobre la hojarasca... Reíamos. El humus reía bajo los pies. Un hueco en la tierra nos desequilibró y caímos. Rodamos y rodamos por la ladera -más tarde supimos que la pendiente irreverente inherente descendiente... Sólo más tarde comprendimos- Acabamos tendidos sobre el pedregal, quietos como quien espera poco más que el final y lo ve distante, anclado a las horas del tedio. De la mano del tiempo nos levantamos con la desazón marcada en las rodillas y algunas hojas marchitas pegadas al rostro. Poco a poco retomamos el camino, y el latido del bosque se acompasó con respeto a los pasos nuevos. Alguien encontró una fantasía sobre un estómago de hojas al pie de un castaño de blancas ramas. Sorbo a sorbo bailamos hasta desfallecer, de alegría deshidratados en el alba. Bailar, bailar, vivir. El claro de bosque. La compañía de una promesa cuando amanece.