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Destiempo

En alguna ocasión, en esta totalidad sin días ni estaciones -sin ciclos- aun se ve, si se quiere, el nido de la pega a contraluz, cuando acontece lo que parece ser un atardecer.   Es como volver. Como volvían en vuelo las aves en un tiempo en que cada cosa aun conservaba su nombre y el mundo podía transitarse entre las ilustraciones de cualquier libro (concepto, emoción, asombro)   El nido de la pega, a contraluz, cuando miro hacia el sur, al cielo que decae y casi desaparece. Ese instante indiferenciado que se torna motivo revolucionario para intentar traerte de vuelta,  solo un segundo, brevísimo ,  lo justo para que te asomes y contemples a mi lado el todo o la nada, la desolación o el milagro. Solo un instante, pautado y consciente,  para mostrarte -como si de llorar en tu hombro se tratase- este mundo obsceno e inmutable,  lleno de vanas oportunidades. Este mundo sin ti, matemáticamente diluido en el caos del algoritmo y el abolido tiempo.

Frente al espejo

 Admiro a los tallos que no se doblaron al viento Conduciendo y llorando. La M.O.D.A   En qué quedamos tú y yo... Dónde está el tractor que te lleva al ahora desde la primavera, siempre leal y siempre allá, en el horizonte. Dónde las ganas, dónde el tesoro concentrado de sol y de emociones -de fugaz eternidad- cuando huyes, en calma, hacia el mismísimo centro.  

Almohadas

Tengo dos almohadas en mi cama Solo duermo con una de ellas A veces incluso ninguna me vale para conciliar el sueño, escapar del laberinto de una mente sin raiz Una almohada podría ser para despistar en ella a tus cabellos resistir a la sentenciada distancia que me acompleja y me separa y bloquea un Nosotros de poema y guitarra después de cenar De besos perdidos en el sofá. De copas y pentagramas, de furtivas incursiones al cine y a las cafeterías de jardines buena música, plantas... -bohemia que me atrae contigo a la vorágine de esas urbes que amo y odio: mi sacrificio- Tengo dos almohadas en mi cama Podría dar una. Cederte una parte de mi descanso torpe. Y buscar asi juntos el centro de la cama y el porvenir, del sexo y las estaciones. Nombrar a la vez un lugar común, un lecho, un fuego, un hogar

Ser antes

  Quien no lo sepa ya Lo aprenderá de prisa La vida no para No espera, no avisa Tantos planes, tantos planes Vueltos espuma Tú por ejemplo Tan a tiempo Y tan Inoportuna Inoportuna     Inoportuna. Jorge Drexler   Con cristales como escudos nos acercó la vida al mar y desde allí se inauguró un presente con más luz. Juntos fundamos (nosotros, antiguos conocidos) la inconfundible génesis de un recuerdo. En la mochila cerveza, formas oxidadas, un corazón recosido con el alambre del invierno, el extraño deambular en un presente desaborido y marchito. Juntamos las capas centímetro a centímetro, y en escena dispusimos, con atención, todos los elementos de nuestro empezar: tu almohada de arena, el calor de mi alfombra voladora, los baños, exquisitos y breves, el noble mar que aún respira, los finales de agosto, todos los reencuentros inesperados del mundo, nuestra serendipia. Y así, en la reciente luz, por la sonrisa que esgrimías como una espada, por la arena graciosa en tu ...

Volver

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Home - Morgan   En septiembre, de sol y aire se hincha por fin la vela vieja del navío. El cielo es propicio, resuelto el corazón. Parto por fin. En el horizonte espera Ítaca o, quizá, un invierno donde poder volver a casa.

Lastres II

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Se'n va el dolor amb l'olor a mar Estiu - ZOO

Lastres I

No podrán secar el mar No van a poder parar la fuerza del destino Y sonreímos... Hay un fuego - La Maravillosa Orquesta del Alcohol

Agraciado

Me conforman vuestras miradas, la risa que me regaláis cuando hago el tonto para vosotros. Soy vuestra paciencia, el tiempo que cedéis, la libertad compartida, el cien por cien de vuestros silencios. Temo un mañana en el que el desayuno me encuentre a solas con vuestra ausencia. Ese augurio fatal. Vivo porque me miráis. Sigo, porque vuestra ubica presencia me lanza directamente a la vida.

Testigos

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The girl - Laurent Perez del Mar El océano me llevó a tu isla, salvavidas, cautiverio, vientre. Subí a lo alto y vi mi propia perdición, el bucle de cielo y mar, arena y tiempo. Me salvaste, otra vez, y juntos yacimos noche tras noche bajo la única luz de la luna, el brillo mutuo de nuestros ojos. Sobrevivimos a las mareas y a los sueños. De mirar estrellas fecundamos la playa y el mar volvió a traer: fragilidad, fuerza, conocimiento. Ese mar, que repone lo que se lleva, finalmente nos llevó también a nosotros. Ignota, la costa espera a nuevos náufragos, en una playa sin luna, en una isla en espera de testigos.

Ocasiones

Un baño en río limpio Un mensaje en las nubes Un despertar en abril

Haciendo cosquillas al pasado

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Tu voz modifica el momento y el paisaje. El dibujo fino de la luna en el cielo de metal. La seducción tras la ventana, el aire, la raza de los árboles... Busco y busco en mi índice de recuerdos donde -pensaba- no había más que inviernos. Ahora emerge una isla en la cuadrícula exasperada de nuestra historia. Y en esta atmósfera, entre un bosque de pinos y el mar al fondo, como una promesa, salta un interrogante sin eco, sin réplica: ¿cómo me has traído hasta aquí?