La revelación
Hubo un día en el que estuvo a punto de derrotar a su monstruo particular. Sucedió de mañana, cuando suceden la mayoría de los acontecimientos que las personas suelen ignorar. Caminaba absorto pero de paso firme sobre una gruesa moqueta de nieve. Un silencio compacto y gélido sincronizaba la caida incesante de copos y restringía su percepción del mundo únicamente a los 20 grados de visión cuyo vértice partía del centro de sus ojos. Cuando se encontró lejos, muy lejos de aquel páramo, su corazón atenuó el ritmo de los latidos, gradualmente, hasta que se estabilizó en un bombeo básico, un chun chun de alerta, de precaución. Volvió al presente de la misma forma que renacía en pleno crepúsculo de la conciencia al despertarse de sus sueños de 11 y 12 minutos. Y también regresó al páramo de nieve virgen. Se giró y vio sus pisadas que se alejaban en el camino de la mañana, y supo que la nieve las estaba sepultando en capas consecutivas de frío y cristal. Sintió un fastidio por ello y decidió ...