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Tu ofrenda fue un reloj

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  La memoria es tramposa y yo no recuerdo bien si aquel día quisiste dejarme tu reloj de pulsera o el cargador del móvil. En cualquier caso era algo práctico. Pero aquel detalle, sin especial importancia, se instaló para siempre a la cabeza de mis recuerdos. Octubre iba oscureciendo los días con nubes y frío, las noches ya estaban para ponerse el abrigo y aquel Pilar nosotros íbamos cogiendo el tono, temprano, tranquilamente sentados en el bar de la Plaza. Unas cuantas botellas vacías de Mahou sobre la mesa. Recuerdo que una vez te vi en esa misma plaza, por motivos aciagos. Era antes pero después , ya no íbamos al colegio. Tu voz sonaba precipitadamente grave, de adolescente impaciente. Habías crecido por dentro, como un libro por el que pasan los años, pero tu pelo aún era rubio, tu complexión fuerte, fuerte también tu risa y las facciones de tu cara. Me impresionó tu adolescencia casi arrogante, porque la mía, ni en la voz ni en el bigote, no daba muestras aún de llegar...

Permanencia

Es denso el desánimo respirado a bocanadas de madera negra, como la atmósfera febril de nuestro planeta, el pesado mirar hacia el horizonte... Quizá hemos de resignarnos a un mundo que agoniza -ya sin disimulo pero también sin reacción- con el hambre y el polvo acechando en la esquina del tiempo distante y la efímera memoria. Asqueado, asustado y triste, pienso en todo esto, sentado en el porche ceniciento con un esbozo del Final golpeándome en la cara y en el pecho desnudo que se enfrenta al viento y al monte. Mientras tanto, la luz enferma se cuelga de mis párpados como un fardo. Pero la especie que represento tiene un doblez de héroe, tiene semillas, vocabulario, juego, ingenio. Tiene la resistencia a claudicar y a soltar el grito perentorio, ese que sellaría -no lo hará, jamás - el sueño de oro y hollín con que se relamen los pirómanos. Sabed que son inútiles vuestras acciones y vana vuestra locura: esta casa familiar permanecerá incólume ...

Playa de invierno

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Playa de invierno. Existe. Todos los años la olvido y la recuerdo como un sueño recurrente. Hoy pienso en ella. Cada paso falso de agosto es una gris mirada a las rocas, seis meses más tarde. La tarde corta y el sol apocado cayendo por un agujero que ni siquiera el viento nordés consigue esconder. Una promesa de primavera -que nada tiene que ver con el peregrinaje en estos días planos- salta en la adolescencia de cada año y la escarcha se desdibuja allá en la piedra imán y en el perfil sereno de los puentes. Llueve entonces, creedme. Y el estuario se atreve a mostrarse, poco a poco, como un caracol que se ha escondido, retraido, tras haberle molestado tocándole los cuernos. Nada funciona igual en un paisaje que sólo se ve con ojos de estío, festivos y vanidosos, con ojos grotescos como ombligos salientes, ojos que no están saciados de no ver nada sino que además quieren tocar aquello que han inventado hace dos días y que no es la realidad. En cada esquina, sacralizada por...

Variar la mirada

Más pronto que tarde llegará un tedio que hasta entonces habremos disfrazado de descanso, ensoñación, proyecciones, ingenuidad... En la foto vieja que un día olvidamos en el cajón veremos caras apenas reconocibles, casi máscaras de un teatro ajeno y obsoleto. Viviremos en el pasado,  como los jóvenes que se fueron  antes de tiempo, como un cuadro de Manchón pudriéndose por las tardes en la sala de estar. Sólo un cambio de rumbo -la imperceptible variación de la mirada- evitará la nostalgia venenosa de aburrimiento, las enfermedades del alma. Ésa y no otra es la primera lucha de nuestro tiempo.

Aire

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Del estuario a la isla. De la isla al puente. Del puente al rio. Las gaviotas cruzan la playa desierta, una y otra vez. En busca de ángulos hacen círculos, trazan lineas, tejen espacios que mi pequeña historia solo acierta a sospechar. Siempre que vengo aqui parezco llegar en el momento naciente. En el preciso instante. En el dificil instante del nacimiento y el adiós

Contra la seducción - Bertolt Brecht

"No os dejéis seducir: no hay retorno alguno. El día está a las puertas, hay ya viento nocturno: no vendrá otra mañana. No os dejéis engañar con que la vida es poco. Bebedla a grandes tragos porque no os bastará cuando hayáis de perderla. No os dejéis consolar. Vuestro tiempo no es mucho. El lodo, a los podridos. La vida es lo más grande: perderla es perder todo" Contra la seducción - Bertolt Brecht

Claro de bosque

En la profunda fronda adormecidas fieras habitantes callados de las cavernas Éramos- Manolo García El tiempo es un rio que se come a bocados las paredes de nuestra casa. Hubo un momento... hace años. Yacíamos tendidos de espaldas en el círculo de sol que deja el verano en aquel monte. Juntas las palmas y el sudor, mirábamos al cielo, las copas terrenales de los eucaliptos, la elegancia fractal de una piña allá en lo alto. Los blancos cuerpos recogían la luz y el sencillo vaivén de las ramas. Así sucedió. Después, el aire diáfano se extinguió y, nómadas, llevamos nuestro amor a otros lechos. Desde entonces busco tal conjura en otro claro de bosque: amarte con el tiempo y el calor detenidos sobre la hierba.