De ambos lo nuestro
ajustados al cielo de un poema.
De ti, mis cabos sueltos,
tu mirada clínica sobre las maldades
de mi cuerpo.
De ti, el suelo que fecundas y
tus llamadas en el mar arrebolado,
la risa que asola una escueta tristeza
al otro lado de las líneas.
De mí y de ti, los silencios ad hoc:
la cordillera que nos separa
repartida entre el trémulo
y los chubascos.
De ti y de mí, de nuevo,
las cucharas en la cama,
la carta blanca para vivir
con la tranquilidad que da
ser amado.
De nosotros el aura,
de ambos lo nuestro.
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Cuidemos la tranquilidad que da ser amado y cuidémonos de ella.