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Nada

Que la nada que tenga sea toda para ti

Soltura (poema de Ramón Andrés)

Soltura   En no ser recordado estará mi recuerdo, en el sol que contrae la teja y en la avispa que aprovecha la casa donde vivió la alondra, en la niebla que falta para que el horizonte imante lejanías y curve sus laderas. La cereza robada, el rastro del hurón, los árboles que forman emblemas de un bestiario, el rebaño y el viento rodando como un huso para bajar la lana al frío de los pueblos, cabrán en cualquier mano.                                       No seré recordado. Bienhallado el olvido. Se juntará la estrella con el rincón del liquen, así crecieron frondas, en todo habrá cimiento, y yo tendré los rasgos de otra raza, la edad jamás dada a los hombres. Se perderán galaxias como yerba arrancada por el corzo nevado, y el trébol vivirá con la estela pisada, se astillará la lluvia, la cresta de los gallos cortará en su vaivén los haces de la aurora, el eco des...

Lluvia, domingo

Y allí estábamos con la ventana abierta y las sábanas a flor de piel. Recordábamos canciones de lluvia mientras olíamos lluvia y veíamos agua de lluvia a través de las cortinas grises. Días atrás, en la ducha, frotaba los dedos mojados y un montón de ranas asomaban por la mampara haciéndote sonreir. También hubo lluvia entonces. La lluvia alegre que resbaló por tu cuerpo para llegar irremediablemente al cielo. La lluvia que nos recoge con su olor y su memoria de relámpago y nos hace ser más humanos.

Camisa blanca de juventud

En el pasado fue terrible constatar el pasado precedente, concebirlo tan sólo,  ponerle otra vez sonrisa, dimensión,  casi palparlo como a un fantasma indómito superviviente de entretiempo y exilios. Llovió después bastante y el radio de tiempo colgado de ese eje preciso conmemoró la pérdida, año tras año, como la leyenda inscrita en cada vuelta del cinturón de fuego y tiempo de un roble inmemorial. Sigue lloviendo ahora y los lodos son ya sedimentos de historia, arqueología de sentimiento, una mancha morada tan prescindible como imposible de borrar de la camisa blanca de la juventud.

Cielo

Imagen
Tú, cielo de Cohen etéreo, dónde están tus nimbos, a dónde vas allende en bloque, llevando tus aguas sin siquiera una mirada perentoria a las brasas del fuego que abandonas. Cielo de Waits, cielo de Miles Davis, cuándo sonarán otra vez tus trompetas en mi pecho, cuándo volverás a esta punta de mar afilada a legitimar para siempre las tormentas. Cielo de Cave, cielo de George Winston, a dónde llevas tu solar deshabitado de cigüeñas, la nación de solo aire, la diáspora ovillada de tus nubes. Dime, dónde estarán tus nimbos, dónde tu barriga de agua y viento, dónde posas el abrazo de horizontes de la tierra hecha a tu medida.

Pues eso

A cambio de las letras que no regresan se acumulan los libros, cajas de sueños, esperanzas, cóleras que (es muy probable) no leeremos nunca. Por todas partes libros en desorden, objetos de ansiedad, mudo reproche de no haberlos abierto. Miedo a morirse sin hojearlos siquiera. Con qué cinismo,  con cuanta desvergüenza o qué locura, después de todo esto nos ponemos a escribir otro libro. Los demasiados libros___José Emilio Pacheco

Soy un gato, soy todos los gatos

Soy un gato. Soy todos los gatos. Soy la casa alta como una torre o una espina dorsal. Soy arriba del todo cada piñón que engrana el pensamiento. Soy un gato, soy cada gato y cada máscara negra que sonríe espantosamente desde la pared. Soy el susto que sale como una bala al abrir la puerta del baño, soy un gato grande y blanco y sordo atento a los terremotos y al calor. Soy el silencio que dejaste en el salón. Soy un gato perdido fuera de casa. Un gato afónico que espera y sólo puede pensar...