Conferencia de David Trueba
David Trueba es alto y estirado. Ligeramente mayor de lo que parece en la foto de su columna en El País. Llega, pasmina en cuello y andares filosóficos, justo cuando yo estoy accediendo al salón de actos. Me cede el paso gentilmente, seguido de un pequeño séquito de altas personalidades de la facultad. En esta coincidencia estoy a punto de decirle que ando inmerso en el final de Saber perder y que acabo de descubrir su columna en el periódico donde, haciendo referencia a su propia concepción del periodismo, hace llegar al lector la realidad a través de la literatura, busca puntos de apoyo de identificación para captar a la persona que está al otro lado y hacerle comprender un poco mejor su entorno. Pronto entiendo que el apunte carecería de sentido.
Trueba cuando habla gesticula más bien poco pero cambia la voz cuando tiene que parafrasear/imitar a alguien, espera a la formulación de las preguntas en una posición atenta aunque distendida, sabe llevar de un lado a otro al auditorio y provocar la carcajada general haciendo referencia a las cualidades isotrópicas de Beyoncé ("Está buena en todas las direcciones") Pero en realidad la entrevista empieza con Messi (y escuchándolo uno se da cuenta de que no está solo en esto, que hay más vida detrás de la perspectiva talonaria del fútbol) Trueba usa al portento argentino para radiografíar el deporte rey y de paso humanizarlo ("Los futbolistas sancionados o lesionados en la grada son algo soez, antipático, mientras que en el campo nos parecen ideales con su físico y sus pantalones cortos"). Habla de Maradona, de la selección argentina, entiende el fútbol y sus vértices porque entiende a Messi y lo que representa, lo que no pretende representar y lo que se espera de él. Después se cambia de tercio y las reflexiones siguen en torno al cine de Azcona y de Fernán Gómez. Se entretiene en un anecdotario pródigo que también tiene lugar en toda su creación literaria. Habla de Lost, de The Wire, asegura que la cultura de la imagen ya existía desde Dante o desde que el primer poeta decidió mostrar sus sentimientos en una imagen. Para Trueba, Lost es un artificio de malabares, un alejamiento de la realidad más que la identificación poética o periodística que él busca en todo por encima de todo. Se van encadenando los temas a ritmo de anécdotas y clave de humor pero nunca se pierde el fondo trascendental de los conceptos que siempre pretende acercar a la vida desde el prisma periodístico: la tendencia de los humanos a juntarse con similares ("Si somos iguales para qué vamos a hablar"), la percepción del humor como algo frívolo y desinstitucionalizado (referencia al Sentido de la vida de los Monty Python para burlarse de lo patéticamente serio que puede llegar a ser el ejercicio académico), la descarada impostura de la religión católica y su apoyo en lo simbólico ("Cristo en la cruz es un logo y así lo vende la Iglesia") y todo ello servido para que los asistentes puedan extrapolar todo eso a su ámbito, el periodístico, terreno de juego de este escritor polifacético y, en apariencia, extrañamente curtido para su edad.
Al reflexionar sobre el propio periodismo y el manido peligro que le acecha con la impulsión de las tecnologías el escritor madrileño se muestra optimista ("Cuando lees un libro no tienes un libro menos que leer tienes 10 referencias a 10 libros más que sí tienes que leer", asimismo "todo está por inventar porque nada sustituye a nada, la historia de la evolución es una historia de acumulación y no de sustitución, el periodismo sigue vivo con Internet"). No olvida, y eso es algo que también aconseja a los alumnos de comunicación audiovisual, que hasta los instrumentos menos elegantes para informar sirven si lo que se consigue es ofrecer imágenes simbólicas que satisfagan el fin periodístico (por cierto, interesantísima reflexión sobre otros fines, los de la literatura, del cine, de la música y el arte en si: ¿qué les pedimos? ¿qué nos aportan? Cuando sepamos eso entenderemos muchas otras cosas...)
Pero lo mejor de Trueba es su digresión, su desfilar sin rumbo aparente por las ramas de un árbol el cual nunca pierde de vista. Para hablar de X, recuerda una anécdota de Z, una cita de Y y conecta P, D, L y T para, de repente, volver a X cuando todo el mundo ya daba por hecho que nunca conseguiría cerrar el círculo divagativo. Sabe hablar pero no sólo eso, sabe de qué habla y así lo demuestra en sus libros, en sus artículos y en sus películas.
En el silencio que surge al instaurarse el turno de preguntas Trueba rellena la timidez del auditorio con una escala de provocativas e hilarantes reflexiones. Cuando alguien se decide a levantar la mano él convierte la torpeza de la consulta en un despliegue de coherencia. Y así varias veces hasta que el tiempo no da para más.
De todo me quedo con su percepción poética de la imagen (y de la vida) y con su última broma: el entrevistador le invita a volver: "ésta es tu casa y puedes venir cuando quieras". Trueba mira los falsos frescos de las paredes y el techo alto del salón de actos: "¿Esta? Joder, la mía es más pequeña"
Comentarios
Besín desde Polonia, aun te espero por aqui...
Envidia, si.
Envidia de escuchar a alguien y disfrutar enormemente, y admirar...
mua!
Es genial sentir q alguien te habla como él, y q le entiendes, y q disfrutes tanto es un buen signo.
Wonderfull =)
Saludos
2º no tengo una caravana, pero ahora y hasta que termine septiembre, vivo en ella y me encanta.
3º muchas gracias.
4º ¡¡muchas gracias!!! (pero no es verdad).
5º más besos para tI.
*6º estás invitado al paraíso.