Semificción poética del 26 de marzo de 2006
No hay rastro de astros en este cielo que huele a violeta junto al mar. Una luz granulada asoma tras las montañas, y al murmullo semidormido de la marea le acompaña un estribillo en bucle de jilgueros invisibles. Por un momento deseo que el mundo se termine esta noche, que, de acabar, la película finalice con la madrugada jactándose de toda la belleza acumulada y la eternidad se perpetúe como una postal antigua inalterada por el tiempo. Pasa ese momento, y lo transitorio vence a lo eterno. Las nubes, negras y azules, desarreboladas, escinden el cielo inmaculado que hasta entonces sostenían con habilidad entre bambalinas. Ahora llueven, quietas, moteadas, las estrellas en el arco metálico del alba. También el cielo inverso, reflejado en un espejo de olas y de sal, se divide en dos cuando una franja solar emerge de la vulva del mar y la mañana justifica la postal eterna que ya nunca será.
Comentarios
Andamos bien de nostalgia, no?
Me encanta como huelen las violetas.
Un besito
es tu puño el q interviene??
un abrazo
Un brazo nostálgico
espero que vaya bien por el sur ;)