Shhhhhhhsssscht!!
Cuando no queda nada ya por lo que sonreir o por lo que maldecir o por lo que llorar, es decir, cuando sólo hay un enorme espacio (o vacío) de indiferencia, recurrimos inconscientemente al recuerdo o a la imaginación y a todas sus herramientas. Es nuestra forma de evadirnos de un mundo mostruosamente insípido (en este caso seguramente seamos occidentales) o simplemente monstruoso. Rectifico, no es que no quede absolutamente nada como en un apocalipsis o como en un desierto, no. Hay algo, hay sueños, hay esperanzas, motivaciones, luchas, retos, etc. pero en el supuesto que planteo ya se nos ha pasado el tren que nos llevaría a ellos y no estamos dispuestos a otra cosa que a quedarnos quietos y esperar. Por una cuestión de cansancio o vagancia vete tú a saber... Y es entonces cuando poco a poco cerramos los ojos (esto es metafórico) y nos evadimos recordando o imaginando.
Con el paso del tiempo, por alguna razón o suerte salta una chispa que nos saca del aturdimiento, de este nihilismo apacible y cómodo, para reanudar o empezar nuevamente a luchar por algo. Lo que no muchos saben es que no sirve de nada estar esperando en las escaleras de la vida a que algo exterior nos dé dos bofetadas y nos ponga en pie de guerra. No. Muchos desconocen que realmente la chispa se prende en el interior.
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Muak